Me detuve durante unos segundos, un breve movimiento en la hierba me alertó.
Sin apenas darme cuenta me quedé descolgado de los compañeros de ruta pero aún así debía de salir de mi duda. Con pisada muy ligera me acerque, sin apenas hacer ruido hinqué mis rodillas frente a las setas y abrí los ojos,mis oídos y el corazón todo lo que pude.
De entre las pequeñas setas apareció un diminuto ser, con sombrero rojo puntiagudo, camisa azul, larga y frondosa barba blanca y una sonrisa picarona.
Con un ligero movimiento de cabeza me indico que no lo delatase y me invitó a continuar tras mis amigos con mi ruta por aquel hermoso prado, una pequeña conversación de unión con el ecosistema bramó en mi cabeza suplicando por la naturaleza pero no oí ninguna voz, solo me embargo una miriada de bellos sentimientos de gozo y de solidaridad.
Una enorme sonrisa de gratitud invadió mi alma y su rostro y con un leve movimiento de párpados bese su mirada y comprendí su mensaje.
Sin mirar atrás me colgué la mochila que había depositado a mi lado y corrí en busca de mis colegas.
Jadeante llegue a la altura del resto de los excursionistas y me increparon por mi tardanza, con escaso disimulo pedí disculpas y continúe mi camino entre el júbilo alborotados sin mencionar lo ocurrido.
Al llegar al final de la ruta nos sentamos entre bromas, risas y sudores en la terraza de un bar donde mientras regaba mi acalorado cuerpo con unas estupendas cervezas y repasando para mí en un ensimismado silencio particular que todo había sido un hermoso y curioso sueño detuve mi mirada por casualidad en el bolsillo exterior de mi desvencijada mochila y divise un pequeño pico de minero atado con mucha delicadeza y un lazo de un tejido de algodón natura verde esperanza.
Aún lo llevo engarzado en mi llavero recordándome que proteja mi casa, su casa, nuestra casa.
Amanecer de despedidas , de WhatsApps constantes y llamadas intermitentes. Amanecer de recuerdos olvidados que se acercan a la mente y generan su prisión. Amanecer de desconcierto, de dolor constante y sentimientos a flor de piel. Amanecer de pesar, de apretones de manos, encogimiento de corazón y abrazos fuertes, contundentes y sinceros. Amanecer de charlas interminables que no llevan a ningún sitio pero que llenan de paz. Amanecer del discurrir de la vida, la amistad, los formalismos y las creencias. Amanecer de lágrimas de dolor, de miedo y de sosiego Amanecer de despedidas. Amanecer de vida y amanecer de muerte. Que descansen en paz.