Pensativo lo miro mientras corre,
tras ovejas lanudas mal olientes,
reconozco en sus mugres la tristeza
de verse siempre manejadas e indolentes.
El pastor le sonríe cuando pasa
y con voz de chiquillo le comenta
-"¿Da permiso, señor, para acercarme?"
Asintiendo, le da su complacencia.
La ilusión del pequeño es inmensa,
acarrea el rebaño cual perrillo
y balando como borrego merino
va saltando hacia mil sitios sin paciencia.
La inocencia de la edad, (son 7 años)
y lo raro de sentir cerca el ganado
me recuerda otros años, otros días
de un añorado pero inminente pasado.
Fco. Javier Huertas, 27 de Febrero 2013
Me ha encantado, alcanza ese punto mágico que une pasado y presente, encarnado en la ilusión de un niño.
ResponderEliminarBesos
Siempre es halagador cualquier comentario tuyo. Gracias por tus estimulantes aportaciones, se nota que eres buena gente :). Besos!!!
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