miércoles, 27 de febrero de 2013

Mi pastorcillo






Pensativo lo miro mientras corre, 
tras ovejas lanudas mal olientes, 
reconozco en sus mugres la tristeza
de verse siempre manejadas e indolentes.

El pastor le sonríe cuando pasa
y con voz de chiquillo le comenta
-"¿Da permiso, señor, para acercarme?"
Asintiendo, le da su complacencia.

La ilusión del pequeño es inmensa,
acarrea el rebaño cual perrillo
y balando como borrego merino
va saltando hacia mil sitios sin paciencia.

La inocencia de la edad, (son 7 años)
y lo raro de sentir cerca el ganado
me recuerda otros años, otros días
de un añorado pero inminente pasado.


Fco. Javier Huertas, 27 de Febrero 2013

viernes, 22 de febrero de 2013

En solitario!!!



       


         Los pasos, cansados, espaciosos y pesados, la mirada perdida.
         La luz del día se abre paso sobre la cima de los arboles del tupido bosque.
         El camino serpenteante se desliza pálido sobre el verdor de la campiña.
         Sus manos ansiosas buscan pesadumbres en sus bolsillos, roídos y miserables.
         La casa en su mochila, la vida sobre sus hombros, la sinceridad del olvido en sus mejillas.
         El sonido del viento ululando en sus oídos, rodeando la insaciable sensación de libertad.
         Olor a pinos, a alcornoques sin corteza, a encinas vomitando sus bellotas sobre el pedregal.

         Ayer recordó su cumpleaños y volvió a sentirse orgulloso de su decisión.
         La brisa  de la montaña le había quemado la cara sin percatarse de su insistencia.
         Hace mas de medio año que no hablaba con nadie, solo caminaba.
         El céfiro suave, dulce y meloso se enredaba en su densa cabellera peinando las arrugas de su rostro.
         Cansado, deslizo su mochila sobre la hierba y se sentó,  se detuvo y mascullo algo que ni el silencio de la mañana escucho.
          Pensó en que no debía pensar, creyó que no sabia creer, lloro que no quería llorar.
          Cuando la vida te invita a vivir, cuando los sueños crecen de tus propias experiencias, imaginarios y reales, audaces y previsibles, oscuros y limpios.
         Cuando te reconoces en tus deseos ocultos sin reproches, sin amenazas exteriores, sin pretextos ni falsas pasiones.
         Cuando te sonríes y ves tu imagen reflejada sobre la calidez del amanecer, es cuando te das cuenta de que todo vuelve a empezar y solo te queda aprender a no olvidarte de que te quieras como si no volvieses a verte nunca más.

          Se puso en pie, agarro el macuto por las cinchas, se lo dispuso a ambos lados sobre sus hombros y continuo caminando, como Sisifo, sin completar jamas su tarea como castigo a su osadía al desafiar a la muerte.
     
          Bebió rabia al comprender lo que perdía, respiro libertad al despejar su mente clara y solo pudo proseguir con su desafió, seguir caminado libre pero ... en solitario.