Al llegar a lo alto, sintieron el color del viento y el olor de la cima.
Retiraron los cascos de sus cabezas y observaron atónitos el desvencijado molino que otra hora retorció el grano de la vida de sus moradores con la fuerza de las alturas.
Festejaron su subida y sentados en la muela de piedra depositada frente al gigante, encendieron con parsimonia y alegría un cigarro de humo azul hiriente y relajante.
La piel marcada del molino por el paso del tiempo refulgía luz y paz y sonreía con sus alargados brazos las ocurrencias de los motoristas. Un golpe fuerte de aire hizo crujir sus mástiles y de la encogida, el porro se trastabilló y cayó sobre un charco inoportuno que aún sobrevivía a las lluvias pasadas.
Tras una enorme risotada, ambos se levantaron y subieron a sus cabalgaduras partiendo a toda celeridad pues la noche caía.
En ese momento las enormes aspas que antaño dieran harina para el pan de la población que se hallaba a sus pies, giraron lentamente a modo de despedida recordando que los sueños son tan reales como las risas sonoras de los inocentes.
😉
ResponderEliminar:) Besos !!!
EliminarEsos sueños...😁
ResponderEliminarSueños de la adolescencia :) :)
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