miércoles, 4 de abril de 2012

La decisión y el comienzo.




          

          Amaneció sentado en las escaleras del porche. La botella vacía de whisky, permanecía silente a su lado.

          El sol comenzó a subir intentando internarse en su ser,  introduciéndose impasible en el centro de su vida, estableciendo la amarga linea de la realidad sobre el cenit de su existencia. 

          Los rayos ascendentes se incrustaban serenos en el ente de la esencia misma de su identidad. Sus ojos llorosos sonrieron ante el nuevo amanecer, se sentía triunfante ante tal despliegue de realidad. 

          Las manos temblorosas se debatían constantemente entre escudriñar nuevamente en sus entrañas o desplazarse insinuantes entre las tiernas hojas de su ultima novela.

          Unas gotas de lluvia hicieron acto de presencia en el mismo instante en que el ultimo relámpago caía inerte sobre el horizonte cercano, inundando de luz, de miedo y de estupor, los ladridos de su inseparable perro pastor.

          Amaino la tormenta, se dispuso a salir, cuando sonó el teléfono. Al acercarse, le inundo de alegría el olor a ella. Su bufanda permanecía caída al lado de la mesa del salón. Descolgó el auricular, hizo oído y escucho su voz.

          Intento interpretar el sonido distante de la vida al otro lado del destino. Quiso avivar la conversación para poder dilucidar el porque de la insistencia en la llamada. El suelo volvió a retumbar. El mundo se iluminaba frenéticamente una vez mas. El sudor resbalo por sus cejas pobladas hacia ambos lados de su rostro. Una leve sonrisa se enjugaba en su boca. Un breve ensayo de paz le dibujaba un semblante relajado, un instante de tranquilidad sobre el rumbo de la historia reciente, un punto y aparte acompañando el principio y el final de sus últimos derroteros.

          Tardaba tanto tiempo en entenderlo que se volvió a apoyar en la baranda de madera de la entrada,  mientras se disponía a liarse un cigarrillo acompañado de unas hebras de marihuana. Su efecto tranquilizante, su momento reparador, le daría el empujón definitivo para tomar la drástica decisión de hacer las maletas y empezar una nueva vida, de coger un camino inedito y entablar un insolito juego con su propias reglas, con un único fin, volver a encontrarse, comenzar a vivir su juventud.

          Al girarse bruscamente golpeo sin cuidado el pequeño walkman que le acompañaba constantemente, los diminutos auriculares se soltaron de su entrada y una suave y melancólica sintonía  inundo el silencio de la mañana mientras el maullar de un gato acompañaba el inicio de la triste canción...



... recogió el aparato del suelo y se marcho, dejando unos trozos de su vida incrustados en los acibarados  pliegues de las sabanas de aquella cama compartida.


          
          

4 comentarios:

  1. Qué bárbaro el relato que nos traes.
    Consigues enlazar con el lector.
    Tristón..
    Besos

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    1. Efectivamente, es triste, como todas las despedidas definitivas. Gracias

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  2. Hola Javier, quería darte las gracias por el detalle que has tenido conmigo al ofrecerme el libro. Te diré que ya lo tengo, lo leí hace un tiempo y me pareció una historia triste y conmovedora de senectud. No obstante, has tenido un gesto que me ha sorprendido mucho de generosidad.
    Muchísimas gracias, de verdad.
    Un beso.
    Sil

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    1. No le des importancia, son de los pocos libros que por ciertas razones tengo duplicados y hubiese sido un placer habértelo regalado.
      Un beso.
      Javier.

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